Esos placeres de la vida

que nos hacen elevarnos y

salir de este mundo de prejuicios y mentiras,

una vez también ejecutados por mí.

Todos aman ese momento de soledad,

de pensamientos profundos,

de uno mismo.

Es una sensación apacible,

nosotros nos dejamos llevar al caos de

encontrar una respuesta

lo más lógica posible,

o por lo menos apetecible

a nuestro oído interior.

Esos momentos hay que aprovecharlos

y saborearlos, son nuestros,

nos pertenecen.

Nadie nos puede provocar

de nuestros vuelos

más allá de lo físico

tan fuertes como pueden ser imaginados

en nuestras mismas cabezas,

impulsadas por un poco de paz.

Solo se deja ver el sentimiento de simpleza en su mas

grande esplendor.

Micaela Strassera, 4º Año.